Cuando nuestro lenguaje está realmente en concordancia con nuestro cuerpo, emociones e intenciones, entonces hablar resulta armonizador, integrador y sanador, además de más auténtico y efectivo.
El trabajo en la voz y el lenguaje no verbal es fundamental, teniendo en cuenta que el lenguaje tiene un rol en nuestra vida tan importante como comer o dormir. Así como a través de nuestra alimentación podemos enfermarnos o puede ser fuente de salud, lo mismo ocurre con el lenguaje. Nuestro modo de hablar nos puede resultar enfermante o curativo. Nuestro lenguaje puede ser nuestro peor enemigo, el que nos dificulta la comunicación, impidiéndonos transmitir nuestros sentimientos y pensamientos con fluidez o gracias a él podemos llegar a la gente, permitiéndonos expresarnos con autenticidad y veracidad. Nuestra incorrecta dicción y respiración puede ser a la larga causa de una enfermedad mientras, que una correcta dicción, que significa también correcta respiración, acorde a las cualidades de los sonidos, puede permitir que sus efectos curativos actúen en nosotros proporcionándonos salud.
Si en el hablar cotidiano nuestros sentimientos y nuestro carácter influyen sobre nuestro lenguaje, en el Arte de la Palabra de Rudolf Steiner, hacemos el camino inverso, es el lenguaje, con todo su caudal creativo y curativo el que influye sobre nuestras emociones y nuestro cuerpo.
A través del timbre, tono, gesto, dinámica y respiración tomamos conciencia de las emociones que fluyen en nuestro lenguaje y a través del efecto curativo de los sonidos, transformamos, y enriquecemos estas emociones.
Todo cambio de la voz a nivel físico repercute en nuestro estado global, ya que tras cada dolencia suele existir un patrón emocional. Lenguaje y emociones interactúan constantemente, influenciándose la una a la otra, del mismo modo que constantemente interactúan y se influencian el cuerpo y las emociones.
Por esta razón, desde este enfoque, hablar de trabajo en la voz es hablar de trabajo general en uno mismo.
Con frecuencia el lenguaje está totalmente desconectado del cuerpo, como es el caso en las voces nasales, donde combinaciones específicas de sonidos y movimientos ayudan a enraizar, tanto a la voz como a la persona. La ayudan a conectarse con su cuerpo y emociones.
Otras veces, como en el caso de las carrasperas o disfonías, la voz está atascada y lo que necesita es liberarse. Cuando se produce la liberación de la voz, la persona se siente más ligera.
Conciencia en la manera de comunicarnos, que nuestro lenguaje, en vez de reflejar trabas y bloqueos, esté a nuestro servicio, siendo verdadero vehículo de lo que queremos expresar, tanto a nivel emocional como cognitivo, no es solo tarea de actores y oradores profesionales, sino que debe y puede estar al alcance de todos.
Hace 12 años descubrí el efecto curativo de los sonidos del propio nombre y sistematicé la metodología de trabajo en lo que ahora denomino THONO, terapia holística del nombre. Los sonidos de nuestro nombre pueden mostrarnos una ruta de viaje tanto para mejorar cualquier dolencia de la voz, como para permitir la reconexión de nosotros con nuestra voz, consiguiendo un lenguaje auténtico y desde el corazón, dinámico y expresivo.
Aprende más en mi libro La fuerza curativa de la voz y la palabra
Experiméntalo a través de mi taller Encuentro con mi voz
Tamara Chubarovsky, www.tamarachubarovsky.com
3 comentarios en “Búsqueda de la voz auténtica, un encuentro con uno mismo a través de la voz”
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Efectívamente, a través de cada lengua se revela lo que R. Stener llama «el alma del pueblo», es decir, su idiosincrasia, manera de sentir y ver el mundo. A su vez, cada vez que nos sumergimos en otro idioma, es como si parte de ese alma nos impregnara, cosa a veces más y otras veces menos agradable, según sea cada uno y el idioma…
Muy interesante, gracias! Cómo ves el hecho de un mismo idioma ser hablado de maneras diferentes por distintos pueblos? Cres que refleja el carácter del grupo? También me gustaría saber cómo cambia la dinámica en el habla de idiomas extrangeros. Soy brasileña y vivo en España hace 10 años. Hablo bien español pero sigo teniendo mucho acento. Hay consonantes que no hacen parte de mi lengua materna y me cuesta mucho pronunciarlas bien (por ejemplo la z, que directamente digo s, porque no me siento cómoda con este fonema, o la r y la j, que las digo mucho más suaves). Ahora leyendo el artículo me entró la duda que si es por alguna dificulta debido a mi personalidad o es cuestión del portugués brasileño ser un idioma más suave, melódico y redondito, por decirlo de alguna forma. Quizás ambas cosas…